Bradford tiene un olor especial. Diría que Reino Unido en general.
Caminar por las calles de los pueblos de Yorkshire es oler a fish&chips, a beef pie y a ovejas. Y en Bradford, además, a curry.

Uno de los centros industriales más importantes el siglo XIX, que llegó a ser capital de la lana y que hoy mantiene ese recuerdo en uno de sus mejores barrios: Little Germany, donde tuve la suerte de vivir.
Diez años atrás no existía la espectacular The Mirror Pool en el centro de Centenary Square. En mi recuerdo, al lado del City Hall pasaba una carretera por la que circulaba el Free City Bus, que aprovechamos bien los días de lluvia.

En esos días, la subida desde Alhambra Theatre hasta la universidad se hacía más cuesta arriba. Un recorrido no muy largo que pasaba al lado del Bradford Collegue, hoy en un nuevo edificio que les encantaría a nuestros amigos andaluces.
Éramos pocos, y quizás ese fue el encanto.
Un Erasmus diferente, nuestro Erasmus. Con acento andaluz, chileno y mexicano. Inglés de todas partes y poco británico. Con el color de Pakistán, Bangladesh o India en las calles. Y la diversidad de University of Bradford, desde Rumanía, Polonia, Rusia, Francia, Bélgica, Alemania…

Con fines de semana de descubrir: Harrogate, Manchester, Saltaire, Leeds, York, Chester, Liverpool, Bolton Abbey, Blakpool… y mucho más allá la enorme capital londinense.
Pero Bradford huele a algo especial. La mezcla de culturas suena diferente en cada esquina. En los platos se pueden saborear aromas muy lejanos o las tradicionales beans. Tocar la cultura y el cine en el National Media Museum. Ver su centro, hoy más europeizado que entonces, y mi querida Little Germany.

Cinco sentidos a flor de piel durante un curso inolvidable.
Olores que siempre se guardan en la memoria y reaparecen en cuanto pones un pie allí.
Y ya han pasado 10 años.
Que suerte recibirnos con sol tanto tiempo después.
Gracias Bradford 💚