Las ratonas de biblioteca son tímidas, delgadas y siempre llevan gafas.
Es porque les ayudan a leer más y mejor, dicen. Yo creo que también es porque así pueden ocultarse de los bibliotecarios. Ellos les miran siempre con el rabillo del ojo, fascinados, como hipnotizados por cómo pueden pasar tantas horas entre tantos libros.
Los bibliotecarios son tipos peculiares.
Cuidan de que todos los libros estén en orden. Pero no de que los acentos de los libros estén dónde tienen que estar. Y eso no les gusta a las ratonas de biblioteca. Han desarrollado un instinto único para encontrar un acento donde no debe estar, y también para echarlo de menos cuando no está. Los acentos son importantes, está claro.
Los ratones sin embargo no piensan lo mismo.
Corren tan rápido que les da igual escribir doméstico que domesticó. ¡Qué infelices! Seguro que por eso no tienen mascota. Y tampoco les importa si en lugar de calle escriben callé. ¡Cuánto deben callar los pobres!
Si supieran que lo que escriben no es lo que quieren decir…
2 ideas sobre “Ratones y ratonas”
Me siento completamente identificada!
Un beso de una ratona con gafas a otra.
Gracias amiga! 🙂