Vas caminando, en una entretenida conversación. A un lado del camino, una fuente abierta deja correr el agua, mucha agua. Tanta, que está encharcando el parque de los niños, aunque a estas horas no haya niños. Paras un segundo la conversación para desviarte hacia la fuente, ¿qué ha pasado? Solo vas a comprobar si no está bien cerrada o tiene un problema. Y tocas el grifo, y lo cierras. Así de fácil. Litros de agua que has evitado desperdiciar.
—
En la calle principal, un ciego permanece en una esquina, dando vueltas sobre sí mismo, rozando con su bastón una pared. Grita cada vez más alto, necesita que una persona le ayude a retomar su camino, a orientarse. Son las horas centrales de la tarde, en una calle abarrotada. Y el ciego sigue gritando.
¿Ahora no es fácil?