Black Friday, pero menos

Hace solo una semana que revivimos el comienzo de la locura por las compras: el Black Friday.

Este «viernes negro» aterrizó en España en 2012 de la mano de Media Markt, y desde 2015 se han sumado las grandes empresas y algunos comercios pequeños arrastrados por la tendencia. Este furor en el último fin de semana de noviembre llega desde Estados Unidos, un día después de Acción de Gracias.

Es curioso que también se denomina viernes negro a la crisis financiera en EEUU en 1869. Pero esto es otro tema; recuerdos de Económicas 😉

Por si fuera poco, los descuentos continúan el lunes siguiente con el Ciber Monday, reservado para las compras por Internet. Aunque ahora tenemos casi una semana entera para buscar ofertas en todos los canales: tiendas tradicionales, grandes superficies o comercio electrónico.

Por cierto, el origen del Black Friday no es el comercio de esclavos negros. Es un bulo, como han desmentido desde maldita.es.

¿Locos por consumir?

Desde el punto de vista de la facturación, días como estos engordan las cajas de forma muy golosa. Por ejemplo, PcComponentes facturó en 2018 un 50% más que en la campaña del año anterior y Amazon ha registrado un nuevo récord en ventas este año.

El Black Friday es el pistoletazo perfecto a las compras navideñas. Los consumidores pueden despreocuparse antes de las compras de las fiestas, y disfrutar del placer de aprovechar unos suculentos descuentos. O al menos eso hemos visto en los anuncios que nos persiguieron la semana pasada.

Black Friday, pero menos

Uno de esos anuncios, concretamente de Phone House, utiliza un eslogan interesante. Dice que en su empresa es Black Friday, y en otras también, «pero menos».

Efectivamente, hay negocios que pueden permitirse una campaña como Black Friday, pero otros no. Especialmente las tiendas más pequeñas, que no pueden competir con los precios que consiguen las grandes

Incluso teniendo en cuenta que muchas de estas ofertas son en realidad un engaño (precios que se inflan los días previos para después publicitar grandes descuentos), las cuentas no salen siempre bien.

Concentrar las compras en días muy concretos puede reducir la facturación en los días o meses previos, ya que los consumidores esperan descuentos mayores si tienen paciencia. Así se generan muchas compras en poco tiempo a precios muy bajos, probablemente con márgenes más bajos.

Esto no es un problema para los grandes market places, que compensan los resultados de estos días con su gran volumen de ventas y con otras campañas. Sin embargo, las pequeñas empresas, además de hacer esfuerzos difíciles de sostener, pueden erosionar sus beneficios.

Como las ventas se concentran, es probable que los consumidores retrasen o adelanten sus compras, con lo que realmente las ventas o la facturación no aumenta o es muy difícil que lo haga. Es decir, puede que no haya nuevas compras.

Una nueva tendencia

Desde hace años se oyen comentarios anti-Black Friday debido a las consecuencias que genera un consumismo tan desmedido. Entre otras, el daño medioambiental derivado del aumento de los residuos y la contaminación por el transporte de las compras y sus embalajes, o los empleos temporales de baja calidad. Muchas PYMES se posicionan públicamente en esta corriente, como una forma de defender su propuesta de valor con respecto a precios agresivos y consumo sin control.

En Instagram hemos podido ver estos días comentarios en contra, con hashtags como #antiblackfriday, #noblackfriday o #fuckblackfriday, que abogan por la responsabilidad, la ecología o la sencillez para elegir productos de mejor calidad y más duraderos.

Las políticas de precios en Black Friday son arriesgadas. Para la rentabilidad, para el tejido de PYMES de nuestro país, para la confianza, para las marcas. para el crecimiento

Porque quién llega por precio, se irá por precio.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *