Ten cuidado, te dicen.
Y tú avanzas con paso firme, directo. Asegurando cada movimiento y con todos los sentidos puestos en el objetivo. El tuyo, y el de todos. Disfrutando del camino y aprendiendo cada día. Con ilusión, con ganas. Comprometiendo más, dedicando más, y feliz de hacerlo.
Pero te caes, y no es la primera vez.
Aunque esta vez sí duele más que las demás.
El terreno es resbaladizo, se ha vuelto inestable; los demás ya lo saben.
El moratón sigue ahí una semana después; es grande y ha pasado ya por casi todos los colores del Pantone. Parece que muy poco a poco la piel va recobrando su color natural.
Pero el moratón de dentro, el que más duele, se quedará. Forma parte del Currículum y de eso a lo que llaman crecer. Es una experiencia que va en la mochila.
Y cuando la piel sea fuerte de nuevo, será el momento de retomar el camino, y de recorrer carreteras nuevas. Decidir el destino y coger la autopista.
El tiempo de aprender a andar y reconocer el paso de peatones ya terminó. Es tiempo de ganar velocidad.
4 ideas sobre “La caída”
Bonita reflexión, creo que me suena 😉
Gracias Juan 🙂
Animo, la carrera es larga pero hay mucho camino andado
Siempre hay camino que andar, es lo bueno. ¡Gracias por comentar! 🙂