La caída

Ten cuidado, te dicen.

Y tú avanzas con paso firme, directo. Asegurando cada movimiento y con todos los sentidos puestos en el objetivo. El tuyo, y el de todos. Disfrutando del camino y aprendiendo cada día. Con ilusión, con ganas. Comprometiendo más, dedicando más, y feliz de hacerlo.

Pero te caes, y no es la primera vez.

Aunque esta vez sí duele más que las demás.

El terreno es resbaladizo, se ha vuelto inestable; los demás ya lo saben.

El moratón sigue ahí una semana después; es grande y ha pasado ya por casi todos los colores del Pantone. Parece que muy poco a poco la piel va recobrando su color natural.

Pero el moratón de dentro, el que más duele, se quedará. Forma parte del Currículum y de eso a lo que llaman crecer. Es una experiencia que va en la mochila.

Y cuando la piel sea fuerte de nuevo, será el momento de retomar el camino, y de recorrer carreteras nuevas. Decidir el destino y coger la autopista.

El tiempo de aprender a andar y reconocer el paso de peatones ya terminó. Es tiempo de ganar velocidad.

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