El lenguaje que define la comunicación

Hace unos días vi la película «La llegada», del director Denis Villeneuve. Parece una peli más de extraterrestres que nos visitan, que juega con la incertidumbre de por qué vienen, para qué, cómo… Ciencia a ficción, en un relato muy bien hilado que da más de lo que parece.

Detrás del género de la película se dibujan interesantes ideas sobre comunicación.

La comunicación se basa en un lenguaje, gracias al que podemos enviar, recibir e interpretar mensajes para comunicarnos. El lenguaje escrito es una pieza de esta capacidad de comunicación. Es un conjunto de signos que utilizamos para intercambiar un mensaje, que podemos comprender si conocemos el mismo conjunto de signos que el emisor del mensaje; el idioma y el alfabeto.

Gracias al lenguaje podemos dar forma a nuestros pensamientos, expresarlos, y que otras personas los reciban. Que éstas comprendan el mensaje dependerá de su forma de utilizar el lenguaje, y de su contexto social y cultural. Así, un mensaje con el mismo lenguaje puede ser comprendido de forma diferente por diferentes personas.

El cerebro da forma a nuestro lenguaje. Y a la vez, el lenguaje que utilizamos da forma a nuestro cerebro y crea nuestra visión del mundo.

En neurociencia, se denomina neuroplasticidad del cerebro. Se ha descubierto que, además de con las experiencias que vivimos, podemos modelar nuestro cerebro con la forma en la que nos comunicamos con nosotros mismos y con los demás. El lenguaje afecta a las conexiones que se crean entre nuestras neuronas para generar ideas o comportamientos.

Por cierto, la neuroplasticidad también es responsable en parte del efecto halo, del que escribí aquí. Esta capacidad refuerza las conexiones positivas o negativas de un concepto, que después relacionamos con otras ideas.

¿Y qué tiene todo esto que ver con la película? Ojo, spoilers!

Nuestro lenguaje verbal se basa en palabras, pero ¿qué pasa si en lugar de palabras utilizamos conceptos complejos? Pues que también encontraremos cómo comunicarnos. Como en la lengua de signos, que utiliza gestos para definir letras, palabras y conceptos.

La película La llegada no va de extraterrestres. Va de la forma en la que nos comunicamos, y de cómo las palabras nos permiten percibir el mundo. Un lenguaje diferente al propio puede abrir la puerta a una forma diferente de interpretar el mundo y las cosas que nos suceden.

El lenguaje puede limitar o amplificar nuestra percepción. Pensamos con palabras, y por eso personas con diferentes lenguajes, idiomas y contextos, pensamos diferente. Incluso si los animales pudieran entender nuestro idioma o nosotros el suyo, sería muy difícil comprendernos. Si quieres saber más, esta teoría se denomina relativismo lingüístico.

En algunos idiomas no existen palabras para denominar algunos conceptos, por lo que para sus hablantes es más difícil percibir algo para lo que no disponen de un lenguaje. Esto les pasaba a los griegos con el color azul.

Quizás la película habla también de neuroplasticidad. Transformar la comunicación basada en palabras y sonidos, en comunicación con conceptos e imágenes puede darnos otra perspectiva, incluso del paso de tiempo. Y esta es una de las grandes claves de la película.

Otra clave es que construimos los pensamientos, incluso antes de que podamos transmitirlos, en forma de palabras. Es nuestra forma de percibir e interpretar la realidad.

Ideas de «La llegada» aplicadas a Marketing y comunicación

La comunicación es clave en Marketing. Y el lenguaje que utilizamos,  también. Las posibilidades del lenguaje crean el espacio para comunicar nuestros mensajes de Marketing.

Lo primero, está claro, es que emisor y receptor entendamos el mismo lenguaje… ¿verdad?

Este anuncio apunta una buena idea: cada idioma es un mundo nuevo. Pero no solo eso.

Después del idioma, entender el lenguaje que utiliza nuestro público objetivo, y su contexto, es imprescindible para crear mensajes que capten su atención y les lleguen de verdad. Sin esta comprensión, no solo podemos fallar en cumplir el objetivo que buscamos, sino que además podríamos transmitir algo totalmente opuesto.

Y esto aplica a todos los soportes que utilizamos.

Por ejemplo, es conocido el caso del desafortunado nombre elegido para un modelo de un coche Mitsubishi, el Pajero, que en los países hispanohablantes tuvo que ser renombrado como Montero, mucho más apropiado y que sí transmitía la idea que se buscaba.

Los signos y las palabras que utilizamos definen nuestras ideas, y nos ayudan a ser efectivos en nuestra comunicación.

Porque lo que no se comunica, no existe.

Y si además se comunica con emoción, nos llega tan dentro como La llegada.

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