No vuelvas dónde fuiste feliz, dicen.
No vuelvas tampoco dónde la felicidad se cogía con alfileres. No vuelvas dónde aprendiste, escuchaste o creciste.
No vuelvas esperando que siga todo igual, porque no seguirá, será distinto.
El castillo de naipes voló. Los amigos se independizaron en otras villas y ya se dedican a otras labores. Las ideas se quedaron en promesas, en aire. El que derrumbó el castillo.
No vuelvas con la ilusión del primer día.
El momento ya pasó y con él su significado.
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Vuelve dónde fuiste feliz, también dicen.
Que es allí dónde hay un recuerdo, una mirada, una persona. Las que te hicieron bien: aprendiendo, escuchando y creciendo a tu lado.
Unas paredes no garantizan el ambiente, solo representan un recuerdo.
Por eso, elige dónde vuelves. A quién vuelves.
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Vuelve solo dónde fuiste feliz, encuentra el dónde en tu memoria, en un olor, en un sonido.
Porque esa felicidad siempre va contigo.