Hay un dicho muy popular que dice que en la vida hay que hacer 3 cosas: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo.
Una de ellas me encantaría hacerla y sigo buscando la inspiración. Otra estuve a punto, pero no se dio la ocasión, y mejor así. Y la otra… está durmiendo plácidamente en la habitación de al lado.
Con una carita pequeña, la piel suave y unos ojillos exploradores llenos de inocencia.
¡Menuda etapa esta!
Yo nunca pensé que iba a ser así, en medio de una pandemia mundial, con mascarillas, sin ver a nuestra gente, sin salir. Hemos cambiado nuestra forma de disfrutar. Que dicen que cambia, pero en un ambiente así, parece que más aún.
Las prioridades cambian, evolucionamos.
Como dice una buena amiga, «estamos en el hoyo», y aunque soy consciente que la fiesta solo acaba de empezar, también veo la luz después de unas semanas desconcertantes, agotadoras, duras. Y felices a la vez, qué locura.
Dentro de poco vuelve la rutina, aunque siendo sinceros, ni hace un año teníamos nuestra rutina habitual porque ya estábamos confinados en casa. Así que las cosas empezaron a cambiar mucho antes.
Y me da la impresión de que eso de «no tengo tiempo», ahora va a cobrar una nueva dimensión. Pero también empiezo a entender que el tiempo es cuestión de prioridades. Y no perderlo significa definir y elegir dónde quieres que esté tu atención. Así que espero reencontrarme con estos ratitos, darle más vida a mi pequeño libro y seguir aprendiendo.
Porque esta etapa tiene buena pinta.